miércoles, 23 de abril de 2014

El Zoo de Auckland

El Zoo de Auckland (catalogado según alguien como uno de los mejores del mundo, y yo, que conozco sólo el de Buenos Aires y así de afuera el de Luján, se la creo) es otra de las atracciones de esta ciudad. Por 25 dólares uno puede hacer todas las cosas básicas. Después hay extras por alimentar algunas alimañas, acariciar al elefante, darle mamadera al kiwi, bailar con maoríes (esa es clave, está en todos lados), etcétera.

                                     

Siendo esta una apreciación personal únicamente, debo aclarar que en cuanto a los animales, no encontré nada abrumadoramente fantástico. Tal vez es porque por la tele o por internet uno cree conocer lo más exótico de la fauna, pero sí, tienen animales copados como en todos lados (leones, tigres, elefantes, girafas, pajarracos, monos y eso); sí, tienen cosas propias de Nueva Zelanda (pájaros que no vuelan básicamente; yo pude ver al kiwi, aunque no fue más que una mancha oscura moviéndose como pingüino jorobado en medio de la oscuridad de su pecerota); y sí, tienen varios ejemplares de cada especie. Pero no tiene belugas ni nada supercool.

                                                        

Lo que sí me fascinó de este zoológico es la puesta en escena de cada rincón. No sólo los animales no están encerrados en tristes cubículos de material ni en hábitats más deprimentes que una carpa en día de lluvia, sino que tienen espacios considerables, árboles, juegos, esto y lo otro y lo de más allá. Y la infraestructura: esculturas, caminos, puentes, ríos y estanques, arcos, construcciones, jaulas enormes con paseos internos, cabañas, parques, jardines, túneles, etcétera.

                                

Ahora, otra pata débil de este zoológico es, como dice John Hammond en Jurassic Park y como pasa siempre: los bichos no se muestran. Escuchaba rugidos y bramidos mientras foteaba jirafas, pero cuando llegué al lugar de los leones, estos estaban ahí echados entre los pastizales. Los orangutanes dormían todos, y se volvieron a escuchar de lejos los rugidos. Los monos estaban allá perdidos entre los árboles. Las lagartijas parecían todas camaleones por lo bien que se camuflaban en las peceras. Los pájaros, en cuyas enormes jaulas uno entra y recorre, se mofan de uno piando desde sus Puntos Estratégicos de Observación de Turistas Frustrados. El león vuelve a rugir mientras el hipopótamo se baña, mostrándonos sólo sus orejitas por arriba del agua. El elefante está tímido. La parte del demonio de Tasmania está en construcción. Los tigres están empachados. Los suricatas están de huelga. Y así se suceden eternamente.

¿Consejos? Vayan para pasar un día entero y pasar varias veces por los mismos lugares. Tal vez enganchen al león cuando está rugiendo. Y lleven mapa y lapicera. Fundamental mapa y lapicera. Y andar con más tiempo también, porque el zoo está al lado del Western Spring Park, que tiene una lagunota enorme, muchos pájaros y patos y cisnes y esas cosas.

                       



Rafa Deviaje.

4 comentarios:

  1. Quiero una foto del Kiwi! Decile que se muestreee! jajaja besos Rafa!!

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  2. Jaja es difícil de ver el turro! Me habían advertido que por lo general ni se lo ve, yo tuve suerte! Está escondido en una pecera enorme y totalmente oscura (es un bicho nocturno) y no se ve casi nada. Estuve como cinco minutos a oscuras, hasta que en la otra punta una pareja alemana empezaron a señalar algo, y me acerqué y voilá, ahí estaba! Igual claro, las fotos con flash (a parte de horribles) están prohibidas ahí dentro. Así que buen, googleá que hay varias fotos copadas jaja

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  3. Le sacaste fotos al Tuatara, como que no viste nada fantástico. Grosooo que buen viaje

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    1. Jajajaja Rafa seguro me mata, pero había un montón de lagartos! Esos que puse fueron los más fotogénicos nomás. Igual mi parte preferida del zoo fue la de las aves. Qué cantidad de pájaros!
      Gracias por el comentario, saludos!! :D

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