lunes, 23 de enero de 2017

Puse pie en tierra Tasmania

Antes de irme de Nueva Zelanda leí un libro interesante sobre Tasmania y su historia desde la invasión caucásica. Es ampliamente sabido que el tigre de Tasmania fue cazado y combatido hasta su extinción, pero no tantos saben que lo mismo pasó con los aborígenes, que habían poblado la isla ininterrumpidamente desde mucho antes que los esquimales llegaran a Alaska, por ejemplo. También es curioso que, siendo el tigre de Tasmania el emblema y logo de la isla, los aborígenes acá son socialmente detestados.



Además de su histórico exterminio Tasmania conserva, desde aquel primer momento civilizador, el estigma de ser refugio y escondite de personajes con pasados oscuros: antes, el inglés que se endeudaba mucho, se tomaba un bote y se iba a Australia (que era el culo del mundo), y si a parte de endeudarse terminaba asesinando a un pariente cercano, el tipo se tomaba otro bote adicional a Tasmania. Hoy en día, también, Tasmania es para Australia lo que Australia es para el mundo Europa.



Sabiendo eso y sabiendo que era un lugar hermoso con gran parte de bosques intactos y clima templado, saqué pasaje. Me enfermé un par de días antes, ahí en la casa de Ivan, y cuando me fui para Cairns a tomarme el avión (el día mismo que cumplí veintiséis) seguía enfermo re enfermo y con calor qué calor. Trasnoché en el aeropuerto, volé de noche a Melbourne, dormité en el otro aeropuerto, me pegué una terrible siesta en un hostel y, al día siguiente, me tomé el Spirit of Tasmania, el ferry que me llevó a tierras australes, y me pegué alta maratón de sueño en un camarote.



El destino fue Devonport. Tuve la suerte de charlar con un viejito cuyo hijo me fue a buscar a la terminal, me dio una recorrida por el pueblo y hasta me invitó a cenar con su familia y me aconsejó distintos sitios donde probar suerte en mi búsqueda laboral.

Bueno, suerte no hubo. Mediados de septiembre era todavía muy temprano para cualquier cosecha de fruta y casi no había actividad pesquera. Así que pasadas un par de noches alcé el dedo pulgar y conseguí, de un tiro limpio, aventón hasta Hobart, capital de Tasmania.




Rafa Deviaje.