Dejé atrásBanks Peninsula y fui manejando al sur, viendo a dónde podía ir a parar.
Dejé atrás algunos lugares, como Peel Forest, porque tomé el
camino equivocado y no vi los carteles, pero de todas formas llegué
a un lugar lindo, en un día fulero: Lake Tekapo. O Lago Te-capo. Si
habré pensado chistes con eso que no pude compartir.
El color del agua es
turquesa intenso debido a las partículas que le quedan flotando del
glaciar que se derrite, o eso dicen. Las montañas están un toque lejos pero
hacen un lindo marco, tiene una “capilla histórica” que me
pareció malísima, y una estatua de un perrito súper cute.
Después de ver el
pueblito y rayar un auto alquilado al intentar estacionar (terminó
doliendo 150 manguitos el rayón, ylarrep) me fui al camping del Lago
Alexandrina, que junto al Lago McGregorhacían como parásitos del
lago principal. Esa noche hizo frío y desperté tiritando, pero con nieve nueva en
las montañas aledañas.
Armado de un mapita me fui
a hacer una caminata que salía desde el camping y le daba la vuelta
al Lago Alexandrina y después al McGregor. Pero rápidamente me di
cuenta que había algo mal: el mapita no coincidía pero ni ahí.
Decidí que era porque el mapita era re pedorro y simplemente seguí
caminando al lado del lago hermoso, que debía ser el McGregor. Le
metí pata hasta que me cansé, intenté ir hasta la montaña más
cercana pero al rato vi que seguía estando muy lejos y yo no traía provisiones para un almuerzo, y volví a
campo traviesa, entre matas de pasto, madrigueras, ovejas muertas y vacas
asustadizas.
Y al volver, al reingresar
al camping, esta vez a pie y no al volante, pude ver el problema: yo
había pasado la noche en el camping del Lago McGregor, no en el
camping del Lago Alexandrina. Y el lago cuyas orillas había
recorrido era el Tekapo, todo por propiedades privadas. Genial.
Fui rápido en el tutú
hasta el Lago Alexandrina y vi que era malísimo, así que volví al
pueblo y subí el Mt. John, un montecito que tiene un observatorio (y una
cafetería) en la cima. El bosquecito al principio era genial, lleno
de conejitos que escapaban corriendo y pajaritos a lo Disney. Llegué
al tope, saqué unas fotitos poronga de un paisaje lejano que era Espectacularcon mayúsculas y subrayado, y de toque se largó a nevar frío y finito. Así que volví
corriendo a través del bosquecito encantador, que ahora tenía un toque Disney navideño.
Al día siguiente quería
hacer una caminata más larga, que pasaba por un viejo refugio y por
un centro de ski que estaba cerrado, así que me fui en auto por el
camino de ripio que recorría la orilla contraria a la que esa mañana había caminado.
A mitad de camino
atropellé un conejo. De los muchos que salían corriendo por todos
lados, este pobre desgraciado saltó justo adelante del auto. Frené
para ver qué onda: intacto salvo por un ojito que colgaba.
Miré para un lado, no vi más que pastos al viento. Miré para el
otro, y no vi más que casitas aisladas en la pradera. Listo: me lo llevé.
Al llegar al inicio de mi camino, donde podía dejar el auto, decidí cenar. Y estaba por
despechugar al conejito cuando vi que había anuncios de cebos y
veneno para matar possums (un roedor invasor) diseminados por la
zona. ¿Y si el conejito estaba envenenado? Volví a mirar el cartel
y vi que abajo de todo, bien chiquitito, había un celular por
cualquier duda... Miré para un lado y vi un pastizal dorado; miré
para el otro y... buen, probé a llamar. Me atendió un kiwi
confundido que me dijo que no, que al conejo podía manducármelo tranquilo.
Corté y eso hice: lo pelé medio a lo bestia, según había visto
hace poco en Game of Thrones, descubrí que el bicho estaba lleno de
mierda (tal vez por eso había saltado medio lerdo) que limpié
cuidadosamente, y después lo herví. Y mandé fideos, porque no era
tanto conejo.
Después de cenar me agarró una especie de euforia ante los acontecimientos que me encantó. La noche fue fría y
ventosa, pero dormí mecido por una extraña y dulce satisfacción.
La satisfacción de estar haciendo cosas que nunca hubiera esperado. La panza llena también contribuía.
Desperté temprano también
ese día, y empecé a caminar. Básicamente seguía el camino
clausurado que llevaba al centro de ski cerrado, y aunque el andar
era tedioso, a medida que ganaba altura el paisaje era cada vez más
espectacular. Sentía que estaba en las tierras de Rohan y que en
cualquier momento un rohirrim iba a cabalgar hacia mí y ponerme una
lanza en el pecho.
Al llegar al centro de ski
vi que la pista principal tenía nieve, pero por más que busqué y
busqué, no había ninguna tabla de snowboard ni una pila de trineosesperándome. Intenté tirarme a lo palomita un par de veces pero me re clavé, así que desistí. Lo que sí encontré allá arriba fue a un italiano y un brasilero que
vinieron atrás mío y me alcanzaron, así que juntos fuimos
hasta arriba de todo de la pista de ski principal. Hermoso.
Panorámico. Re genial.
Otra vez se largó una
nieve finita y mucho viento helado así que volvimos a lo maratónico,
salté al auto y manejé hasta llegar a las orillas de un lago que
casi me hace chocar: Lake Pukaki. Ahí es cuando entendí por qué las montañas supieron ser dioses.
Un entierro digno al pobre conejito, mirá si era el de Blancanieves??? Pero más allá de todo, si te calentó la pancita, quizás ese era su destino :( Y con respecto a las fotos... Ya no sé si tiene sentido comentarte lo geniales que son porque sólo aumentará tu ego, el cual a estas alturas en cualquier momento te remonta por los aires al estilo globo aerostático (??) y te permite scar fotos más y más espectaculares. Que te garúe finito y con nieve.... PD: No puedo agregar mi nombre a Anónimo, no se... ya fue!! Anahi
Nada de entierro, revoleé los pedazos por ahí lejos. Aunque a la noche en el auto tuve miedito de que una manada de conejos se rebelara y me acorralara, debo confesar. Gracias por lo de las fotos, y en cuanto a la garúa y la nieve... esperate un toque a la próxima publicación ;)
no puedo ver la fotos en grande!!!!, como te vas a comer al conejito???!!!
ResponderEliminarSí no sé qué le pasó, pero ya lo arreglé. Y qué querés que le hiciera? Tenía hambre jaja
ResponderEliminar:p
ResponderEliminar:o
EliminarTu aventura es inédita en tu familia Rafa! Sos el primer loco solitario que se larga a semejante experiencia! Orgullosa y feliz por vos corazón!
EliminarMuchas gracias madrina por el aguante!!
EliminarUn entierro digno al pobre conejito, mirá si era el de Blancanieves??? Pero más allá de todo, si te calentó la pancita, quizás ese era su destino :( Y con respecto a las fotos... Ya no sé si tiene sentido comentarte lo geniales que son porque sólo aumentará tu ego, el cual a estas alturas en cualquier momento te remonta por los aires al estilo globo aerostático (??) y te permite scar fotos más y más espectaculares. Que te garúe finito y con nieve.... PD: No puedo agregar mi nombre a Anónimo, no se... ya fue!! Anahi
ResponderEliminarNada de entierro, revoleé los pedazos por ahí lejos. Aunque a la noche en el auto tuve miedito de que una manada de conejos se rebelara y me acorralara, debo confesar. Gracias por lo de las fotos, y en cuanto a la garúa y la nieve... esperate un toque a la próxima publicación ;)
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