Siete infiernos en Beppu

Desde la estación de Oita nos tomamos un tren, una mañana, para ir a Beppu. Estábamos ahí porque Emi nos lo había aconsejado, ya que Beppu es la locación que produce, después de Yellowstone, la mayor cantidad de aguas termales. Y obviamente, los ponjas no se perdieron la oportunidad de poner un millón de onsen en el pueblo y otros por ahí, perdidos en las montañas. (Már tarde nos contaron sobre estos onsen en la montaña y parecen valer la pena.)

  

Escasos de tiempo, ya que al otro día teníamos que ir para Fukuoka a tomar un avión, decidimos recorrer los Siete Infiernos de Beppu. Básicamente son siente pequeños parques con aguas termales con distintas características, bastante cerca unos de otros. La entrada individual a cada uno de ellos es de cuatroscientos yenes, pero por dos mil cien yenes podés acceder a los siete. Y ahí fuimos.

Arrancamos por Oniishibozu-Jigoku, cuyo atractivo son unos piletones de lodo burbujeante que parecen, según los antiguos japoneses, las cabezas de los seguidores de buda. Tiene un parque lindo y un mini onsen para los pies.

 

Después pasamos al Uni-Jigoku (nótese que Jigoku significa Infierno), que tiene un piletón de agua de un color turquesa a casi cien grados. Acá te venden huevos duros cocinados en cantastitas dentro de las aguas termales, y tienen un invernaderito).

Afuera hay un puestito de comida que sirve varios platos, cocinados todos ellos en cajones enormes donde atrapan las nubes de vapor que salen de la tierra. Bastante cool.

Después fuimos al Yama-Jigoku, que no tiene piletones sino unas grietas en la pared que humean y humean sin parar. También tienen muchos animales tropicales que sobreviven gracias a las altas temperaturas, como flamencos, monos, y un hipopótamo. Pero la verdad es que este lugar es triste. No muy bien mantenido, con animales decididamente desdichados e insalubres, embutidos en jaulitas diminutas.

 

Entonces fuimos al Kamado Jigoku, que tiene otros piletones, otros huevos duros, y un show especial en el que un tipo va con un cigarrillo en la mano, soplando sobre el agua el humo del pucho y generando una reacción química que levanta nubes enormes de vapor. Copado de ver y, aunque cancerígeno, es el trabajo ideal para cualquier fumador compulsivo.

De ahí pasamos al Oniyama Jigoku, donde crían cocodrilos varios (y juro que había uno que parecía muerto ahí en el estanque, pobre bicho, qué mala onda).

Y de ahí tuvimos una media hora de caminata a pueblo traviesa para llegar a los últimos tres parques, y estuvo genial porque el sol brillaba lindo, veíamos las torres de vapor surgir desde cualquier rincón, veíamos las casitas que utilizaban las mismas aguas termales en vez de termotanques y, como le comenté a Miki, a diferencia de Rotorua, Beppu no huele a pedo ni un poquito.

En el Shiraike Jigoku tienen un parque hermoso con un estanque blanco lechoso, y en pequeños edificios aledaños guardan peceras con todo tipo de peces.

En el Chinoike Jigoku sólo tienen un piletón de agua rojiza. Para colmo es uno de los más famosos, qué sé yo.

Y en el último, el Tatsumaki Jigoku, tienen un géiser. Yo estaba emocionado respecto a este porque nunca había visto un géiser... Pero bueno, no fue la gran cosa. Caímos justo a tiempo, ya que el chorro de agua se activa cada unos cuarenta y cinco minutos, al alcanzar la presión adecuada, pero no era más que un chorro de agua en medio de una cosa artifical de piedras y cemento. Entonces recordé que lo "natural" no existe en Japón en la forma que nosotros entendemos (entiéndase que en Japón no debe existir ni un solo río que no esté encausado, por ejemplo) y que bueno, un géiser es un géiser igual.

Y dimos por terminada la excursión. Nos subimos a un bondi y un trencito a Oita, y al día siguiente hicimos dedo hacia Fukuoka. Allá pasamos un día entero explorando el centro pero dejé que mi cámara se tomara un recreo, ya que sabía que, apenas me bajara del avión que nos iba a llevar de Fukuoka a Sapporo, no iba a darle descanso.

[Esto último es un mural en una pared de Beppu. No sé bien a qué viene, pero me causó mucha gracia.]

Rafa Deviaje.