Bueno sí, me despido con una lista de observaciones que en un año y cuatro meses y dos semanas y dos días no dejaron de asombrarme sobre Nueva Zelanda.
En las bibliotecas públicas siempre hay gente de todas las edades. Incluso tipos que se ponen a hacer rompecabezas.
En las bibliotecas públicas siempre hay gente de todas las edades. Incluso tipos que se ponen a hacer rompecabezas.
Las cerraduras funcionan al revés de como funcionan en Argentina. Las del auto también (claro, los autos tienen el volante al revés también). Incluso en edificios viejos vas a ver el agua fría a la izquierda.
La única mayonesa sabor a mayonesa es la Duke's, y se consigue en el CountDown. Pareciera que los kiwis no saben lo que es la mayonesa en serio.
Nadie sabe dónde queda la Zelanda original. Ni yo.
Acá no hay perros vagabundos. Ni siquiera los vagabundos tienen perros. Terrible.
No entiendo bien cómo es que funciona, pero para cruzar la calle, siempre primero miro sobre el hombro, hacia atrás. Raro.
Las galletitas CookieTime son una adicción. Una a-dic-ción. Tendrían que hacer un Breaking Bad versión CookieTime. Yo la vería.
Cortar el pasto es la gran cosa en Nueva Zelanda. Podrá pasar inadvertido, pero si mirás bien, vas a ver toda clase de aparatos (desde bordeadoras hasta tractores con guadañas) para mantener el pasto cortito.
Las etiquetas de la fruta tienen una solapita para que las despegues fácil.
La gente en general es amable. Eso nunca dejó de sorprenderme.
Rafa Deviaje.
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