Poco tiempo al norte de
Taupo está Rotorua. Ya había estado ahí hacía más de un año,
acompañando a una pandilla de cordobeces y un francés, y había
sido agradable.
Pero ese día no lo fue.
Llovía casi constantemente y estaba frío y húmedo. Para colmo
había perdido hacía como una semana mi toallón, y la idea de ir a
aguas termales con una simple toalla de manos para secarme, no me
tentaba en absoluto. Así que caminé un poco el centro (todo
cerrado, era domingo) y seguí de largo sin muchas penas ni glorias.
Hacia el norte llegué a
rutas conocidas: me dio un vuelco el estómago cuando identifiqué
aquella curva del camino en el que había estado esperando hasta que
me levantó Malcom, quien me llevó hasta Hastings, y me llené de
sentimientos ambivalentes al pasar por el centro de Te Puke y el
sucio Holiday Park.
Así llegué hasta
Tauranga, en donde me contacté con Andrea, aquella genial maorí que
me levantó en la ruta una noche y después me invitó a dormir en la
habitación de sus hijos durante dos noches. Lamentablemente estaba
trabajando, pero se tomó unos minutos para que la saludara, le diera
una pequeña postal en acuarelas (vieja promesa que le había hecho)
y nos pusiéramos un poco al día. Un abrazo, y chau.
Seguí hacia el norte,
seguía la lluvia. Subí por la costa Este de la Península de
Coromandel. Pasé por playas bonitas tapadas por la llovizna, y
esperé como dos horas en la Hot Water Beach (una playa en la que
hacés un pocito y brota agua caliente), pero no dejó de llover.
Bajé la ventanilla, le hice faquiu al clima, y seguí.
Para cuando llegué a la
caminata de las Cathedral Cove el agua aflojó un instante, aunque
no el viento, y al menos tuve el placer de volver a caminar. Las
playas ahí son lindas, la arena es buena, los acantilados tienen
formas exóticas. En verano, me lamenté al igual que mil veces antes
durante este viaje, debe estar bárbaro venir acá.
Entonces crucé, lluvia
constante, por un camino serpenteante colinarriba y colinabajo, que
tiene la fama de ser la peor ruta de Nueva Zelanda (aunque a mi
criterio, está a la altura de las rutas de Banks Peninsula y el
camino que une Motueka con Takaka). Lindo camino que dan ganas de
hacerse el rally. De hecho vi carteles anunciando su temporal
clausura este año, cuando será utilizada para una carrera de rally
de veras.
La costa oeste de
Coromandel es bastante similar a la este, pero el mar acá es más
calmo, porque está dentro de una gigantesca bahía que termina allá
bien al norte de Auckland. Hay pueblitos lindos y muchas casitas
frente al mar que me dan un poco de envidia.
Y así llegué a Thames,
ciudad que está a dos horas de Auckland. Miré el mapa y descubrí
que me había olvidado de ir a las cuevas Waitomo, esas llenas de
gusanos iridiscentes. Pero conté kilómetros y calculé el precio de
la nafta, y negué la cabeza: tenía que seguir subiendo. Tenía que
ir cerrando este camino. Tenía que aligerarme e ir a un lugar más
cálido.
Rafa Deviaje.
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