o The Flash Road Trip: Melbourne-Perth
-segunda parte
El segundo día arrancó
poco más allá de donde terminaba la Great Ocean Road, y arrancó
temprano. Nuestro siguiente gran destino era Adelaide, una ciudad de
la que había oído muchas cosas bonitas pero en la cual no teníamos
tiempo de demorarnos.
De camino, sin embargo,
sabíamos que había algunos puntos de interés. Y quiso el azar que
el único punto de interés para el cual nos hicimos un rato fueron
las Tantanoola Caves. (No las Naracoorte, que son más grandes y más
caras y están un poquito más lejos de la ruta que seguíamos.)
Caímos súper temprano,
así que éramos seis perejiles en el tour, y una guía con exceso de
energía nos cobró la entradita y nos narró cómo, durante la Gran
Depresión, un pibe había encontrado el acceso a las cuevas cuando
se le perdió su comadreja, y de cómo se convirtió en un atractivo
turístico financiado por los Parques Nacionales.
Entonces entramos y empezó
a señalar formaciones (la Fuente de Chocolate, lo juro, supe que se
llamaba Fuente de Chocolate antes de que ella lo dijera), el Buda, el
Dragón, etcétera. Nos contó que era una de las cavernas más
densamente decoradas y nos habló de estalactitas y estalagmitas y
esas cosas que, si te interesan, te linkeo con Wikipedia.
Al final decidimos hacer
una parada en Adelaide para comprar suministros y un cargadorcito USB
para los teléfonos. Bueno, primero que me estresé manejando ese
ladrillo hueco en una ciudad con tráfico intenso y de conseguir
estacionamiento sudé la gota gorda; y segundo que cuando llegamos a
la caja registradora del Reject Shop me encontré con que había
agarrado la Myki (que es como la SUBE de Melbourne) en vez de la
tarjeta de débito.
Y tercero: era sábado o domingo y todo estaba
cerrando temprano. ¿Conclusión? No compramos nada, puteamos contra
todos, vimos un show de breakdance en la peatonal central, y seguimos
ruta, cantando fuerte y acariciando con cariño las pocas rayitas de batería disponibles.
Rafa Deviaje.
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