lunes, 29 de mayo de 2017

Al Sur de Australia, al lado del Océano

Una semana cazando atardeceres
The Flash Road Trip: Melbourne-Perth
-tercera parte


Los días siguientes me pusieron a prueba como conductor de distancias nunca antes manejadas: un día hice setecientos kilómetros, al siguiente más de mil, al siguiente ochocientos cincuenta. En fin: avanzar había que avanzar, así que cuanto más rápido mejor.



Yo me despertaba con la primera luz del alba o incluso antes, (salía a hacer pis en una oscuridad tan oscura que meaba ahí nomás de la van, y si había algo en el piso que pudiera ser una serpiente enroscada, le meaba encima para que se alejara), preparaba muesli con leche y un café para despertarla a Juli (si es que no la dejaba dormir un rato más) y me ponía de toque a manejar. A veces manejaba varias horas entrada la noche, quemando litros de nafta y latitas de Red Bull.


 



En el medio nuestras paradas eran breves y seleccionadas: Head of the Bight con la esperanza de ver una ballena que no vimos (pero con acantilados muy bonitos), Eucla donde estaba la estación abandonada del telégrafo, puntos cualquiera cercanos a la costa y estaciones de servicio, claramente.





Nuestras charlas en el camino abarcaron de todo y lentamente fueron dando espacios más largos a la música de ruta y a los momentos de contemplación. El juego de contar canguros muertos al lado de la ruta duró poco, pero la emoción de Juli cada vez que veía un animal nuevo duraba un buen rato.




No tanto, igual, como el camino que cruza el Nullarbor: una zona de cientos de kilómetros sin un puto arbolito; ni tanto como esos casi doscientos kilómetros en línea recta: la ruta rectilínea más extensa de todo Australia. Que manejé de noche, a parte.


Y así, cantando Estopa a viva voz, Shakira a los gritos, Árbol a los alaridos pelados, llegamos a Esperance, donde tuvimos por primera vez una mañana libre.


Rafa Deviaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario