Ya les voy a contar sobre el tambo y el trabajo, las gentes y las vacas con las que convivimos, pero para poner las cosas un poco en
contexto, primero tengo que hablar de Oamaru, el pueblito donde queda
el campo de Alex, mi jefe.
Generalmente los pueblos rurales en Nueva Zelanda son feos. Chatos. Sin árboles en las veredas. Aburridos y monótonos. Pero Oamaru es distinto porque es la Capital del Steampunk, y tiene estilo. Estilo victoriano medio inventado, pero bueno, no deja de tener más onda que Te Puke.
Todos los domingos hay una feria de medio pelo en la que no falta el loquillo que se pone un disfraz al estilo antiguo o steampunk (nota explicativa para neófitos: el steampunk es un campo de ficción en el que la máquina a vapor se súper desarrolló y es la tecnología por excelencia que hace todo; para ejemplificarse véase Steamboy, Wild Wild West, o qué sé yo, Van Helsing si querés).
Pero recuerdo que un jueves de noviembre fui a hacer compras y vi, ahí en el súper, varios loquitos
disfrazados, con panes y verduras en sus cestitos de plásticos. ¿Qué onda?
Así es como se preparaban
para el fin de semana épico de la Victorian Fete, o Feria
Victoriana, donde no hubo algún loquillo, sino cientos de loquillosdisfrazados con toda la onda y la parafernalia.
Había máquinas viejas en
exhibición, locomotoras a vapor deambulando por la calle, gente
andando en esas bicicletas de la rueda enorme, shows de todo tipo,
comidas que nada que ver, y mucha, mucha gente disfrazada y
predispuesta a sacarse fotos a cada paso que daban.
No dejaba de
asombrarme la inversión de tiempo y plata que esta gente, gente de
todas las edades, hacía en sus vestuarios y accesorios; pero me
complacía verlos disfrutar sin un átomo de vergüenza.
Tuve la suerte de ir aquel
domingo de la Victorian Fete y quedarme todo lo que quise porque
justo tenía día franco. Al principio con algo de vergüenza y
descaradamente después, fui sacando fotos a diestra y siniestra,
pidiendo que posaran a los que no entraban en personaje, y buscando
los mejores ángulos para la luz. Un bello día para recordar una de
las mejores cosas de Oamaru, mi tercer hogar en Nueva Zelanda.
Nota extra: una de las
principales atracciones turísticas de Oamaru es el Steampunk HD, una
especie de museo steampunk que está promocionado en cada panfleto
alrededor de toda Nueva Zelanda. Pero la entrada cuesta veinte
dólares y no te dejan sacar fotos, así que les hice pito catalán y
no fui nunca. Tal vez, cuando me toque dejar este lugar, les ceda el
placer de ir a ver qué onda. Pero honestamente lo dudo mucho.
Rafa Deviaje.
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