lunes, 26 de mayo de 2014

Lo que hay cerca de Te Puke

      

En Te Puke uno tiene la impresión de estar en un lugar que, salvo kiwifruit, no tiene nada. Pero no es así. Tras pasar las primeras dos semanas con una lluvia y humedad que impedían todo trabajo continuo, uno descubre que sí hay cosas.

Un día destemplado y húmedo fuimos ta Maketu Beach, a unos quince kilómetros de Te Puke. El día no nos dejó disfrutar de la playa pero sí del sonido del mar, de la bruma y de una inoportuna llovizna que nos persiguió hasta llegar al auto, y entonces paró.

También pudimos disfrutar de la amabilidad neocelandesa. Ya que al querer volvernos el auto no arrancó. Y no y que no y que ni en pedo. Nos pasaron energía a la batería con otro auto, pero no funcionó. Entonces una pareja maorí (oriundos de las Islas Cook), después de evaluar todo con mirada crítica, ofreció tirarnos de un cable. Cable que nosotros no teníamos pero ellos
, en su casa, sí.

Esperamos media hora a que volvieran, y cuando ya creíamos que era todo demasiado bueno para ser verdad, volvieron, nos engancharon y nos arrastraron quince kilómetros hasta el hostel. No aceptaron ni que los invitáramos a cenar a cambio.

Otro día fuimos a las Kaiate Falls. Para mí, que conozco las cascadas del sur de Argentina, no eran la gran cosa, y el día también estaba lluvioso (obvio, porque si no estaríamos trabajando), pero nos encantó el lugar. El siempre agua tiene magia, y cuando el bosque es selva, y nubes delicadas crean una luz de maqueta sobre el monte, y crece musgo y hongos en cada rincón, uno olvida de que había ido a Te Puke a hacer algo de plata.

Otra cosa que me gusta de Te Puke es que hay tantas nubes como se puede imaginar. Y se pueden dar todas superpuestas a la vez creando las combinaciones más exóticas que conozco. Una vez vi cómo el sol doraba unas tibias nubes al atardecer, pero con otras nubes lloviendo sobre las colinas interpuestas. No hay palabras para describirlo ni foto que capture la fantasía de esa vista. Así como tampoco se puede transmitir lo espectacular de ver unos poquitos glowworms (los gusanos luminosos del Papamoa Hills) al costado del camino, aunque un planetario 3d se le puede parecer bastante; o ver trozos de amanecer a través de las nubes cordero sobre colinas sacadas de una postal, mientras se toma un té.

 

Es común oír en boca de backpackers (o mochileros) de todos lados del mundo que en Te Puke no hay nada. No hay paisajes alucinantes como (cuentan) hay en otros lados de Nueva Zelanda, no hay fiestas, ¡no hay wifi! Pero yo le tengo un cariño especial. Después de los trajines de Auckland, Te Puke, el pueblito, es el primer lugar en el que me establecí y me quedé. Y en el que, por la fuerza, empecé a saber cocinar.

              


Rafa Deviaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario